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Foto (Wikimedia Commons): Cerdo criollo descendiente de los llevados a Haití por los colonizadores españoles.

ARTÍCULO de Pascual Moreno Torregrosa. 

Ingeniero agrónomo y socio de honor de CERAI

“La Vía Campesina expresa su solidaridad con el pueblo haitiano que enfrenta las terribles secuelas de un terremoto, que acabó con la vida de dos millares de personas, en medio de una pandemia, y  un escenario de  continuas protestas e  inestabilidad política,  aprovechada por intereses capitalistas, intervencionistas e imperialistas.

La crisis política y económica que vive Haití no es de ahora, se viene  profundizando  desde hace unos años, y este año  se desencadenó con  el asesinato del presidente del país  auspiciado por Estados Unidos y otros países. 

En  Haití se está destruyendo no solo  la vida y la naturaleza, sino también el sistema político de un país que fue referente de independencia en el continente. El terremoto 7.2 de magnitud, ocurrido el pasado 14 de agosto, vino  a agudizar la crisis política y de salud, y  afectó directamente a zonas campesinas y rurales más vulnerables”.

La matanza

A todo cerdo, según reza el refrán castellano, le llega su San Martín, es decir el día del sacrificio para solaz de sus dueños y convecinos. Pero a la cabaña porcina haitiana, éste le llegó de manera masiva y por sorpresa en el año 1982. 

Al parecer las autoridades sanitarias norteamericanas detectaron un brote de peste porcina africana (PPA) en la vecina República Dominicana y temiendo que la enfermedad se expandiera rápidamente por Haití, indicaron (aunque más bien ordenaron) a las autoridades del Departamento de Agricultura, Recursos Naturales y Desarrollo Rural (DARNDR) del país que procediese al sacrificio de todos los cerdos criollos, con el fin de que la enfermedad no pudiera llegar a las costas de Florida o de cualquier otro estado de la Unión.

El cerdo criollo era el ejemplo más claro y contundente de que en el descubrimiento de La Española junto a Cristóbal Colón habían participado extremeños y andaluces, quienes llevaron con ellos, en sucesivos viajes, algún que otro marrano con el que repoblar las tierras de las Indias, vírgenes de ganado porcino. Sin duda alguna, el cerdo criollo es descendiente directo del hoy renombrado cerdo ibérico. El clima, la variedad y calidad alimenticia, la tranquilidad de un despoblado Caribe hicieron que estos cerdos cimarrones se reprodujeran con gran celeridad, siendo la principal fuente de ingresos para los bucaneros que se instalaron en el siglo XVI en Santo Domingo.

Animal rústico, resistente a  enfermedades, ciclones, sequías y otras catástrofes naturales, era la reserva económica, el microcrédito histórico del campesino haitiano, gracias al cual podía pagar una enfermedad, la boda de un hijo, un bautizo, o el funeral del familiar más allegado, además de proveer a la familia de la necesaria proteína animal.

Los cerdos criollos habían sufrido una primera embestida mortífera tras un brote de PPA que se detectó en la República Dominicana en 1978. Aquel año todo cerdo haitiano que se encontrase a quince kilómetros de la frontera fue sacrificado. 

En años posteriores se detectan nuevos casos de enfermedad en el interior de Haití que provocan la muerte, según algunas fuentes, de 610.000 cabezas sobre una cabaña total de 1,9 millones de cerdos.

A través del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) se produce un acuerdo entre el gobierno de Haití, el gobierno de los Estados Unidos, el gobierno de México y el de Canadá por el que se iba a sacrificar toda la cabaña porcina criolla con el fin de eliminar la enfermedad y proceder posteriormente a introducir nuevas razas de cerdos más productivas, con las que impulsar, según el Convenio firmado, las industrias cárnicas del país. 

El proyecto constaba de dos fases. En la primera se sacrificaría la cabaña porcina, indemnizando a los campesinos, y en la segunda fase se procedería a la repoblación con las nuevas razas importadas, todas ellas procedentes de los Estados Unidos.

El presupuesto total era de 24 millones de dólares. De los 17 millones de la Primera  Fase, el aporte de los EE. UU. fue del  80%, y logró llevarse a cabo a pesar de la resistencia de los campesinos. Esta resistencia provocó que tuviera que intervenir en ocasiones el ejército e incluso las milicias duvaliristas, los “tontons macoutes”, en el sacrificio de los cochinos.

Los campesinos mostraban desconfianza y resistencia pues temían que no se les pagaran los animales sacrificados, y sobre todo, que no se les facilitaran nuevos animales, además de que sospechaban, como así ocurrió, que no dispondrían de instalaciones adecuadas, ni de capital suficiente, para cuidar y alimentar a los sustitutos del cerdo criollo.

Y efectivamente no se pudo recoger entre los países promotores de la matanza los siete millones de dólares que se precisaban para reponer la ganadería sacrificada. De tal manera que el gobierno de Haití tuvo que solicitar un préstamo al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para la adquisición de los animales.

Foto (Piqsels): los cerdos Yorkshire fueron importados por Haití desde EE. UU.

Tal como reseñaron en su informe los tres auditores contratados por el IICA, quien se hizo desde el primer momento con el control del proyecto fue el USDA, el Departamento de Agricultura norteamericano, lo que provocó fuertes tensiones entre el personal técnico implicado, ya que éstos en sus decisiones no consultaban ni al gobierno de Haití ni a los técnicos del IICA, e incluso después de que el BID concediese el préstamo a Haití.

Ya fue un grave error no haber acotado zonas del país y haber procedido a la eliminación parcial en función del desarrollo de la enfermedad. Pero mucho más grave fue el proceder a la práctica extinción del cerdo criollo, criado y alimentado en el interior de la explotación familiar, de manera económica y tradicional, lo que no significaba  ninguna carga en alimentación en piensos compuestos industriales,  ni en instalaciones sofisticadas.

Este proyecto mostró, en su momento, los límites de la soberanía nacional de Haití respecto a los EE. UU. 

Arroz amargo

Foto (Wikimedia Commons): El arroz norteamericano entró inicialmente en Haití tras sucesivas desgracias, arruinando a sus campesinos y a su industria de transformación.

“Fue un error”, me dijo el expresidente en una entrevista en Miami. Se refería a la presión que él y otras naciones pusieron en 1994 al recién restituido presidente haitiano, Jean Bertrand Aristide, para que permitiera la importación de arroz con tarifas muy bajas. Esto acabó con una buena parte del sector agrícola en Haití, muchas familias perdieron sus tierras y generó hambruna. Haití pasó de ser un exportador de arroz a ser un importador.

“Estaba mal. Todos estábamos equivocados”. Grabaciones hechas por el periodista Taylor Branch a Bill Clinton.

Sí, era más barato traer arroz de Arkansas que producirlo en Haití. Pero eso dejó a muchos haitianos sin trabajo. Clinton estuvo  a cargo de la coordinación de la ayuda internacional a Haití tras el terremoto que causó más de 200 mil muertos en enero de 2010.                                            

El cultivo del arroz es la principal actividad y fuente de recursos financieros para 130.000 productores, y mueve una parte importante de la economía de la isla: 

130.000 productores (en un 85 % pequeñas explotaciones)

22.000 obreros agrícolas que trabajan en plantación, deshierbe y recolección

8.000 comerciantes

400 molineros que transforman el paddy en arroz descascarillado

300 comerciantes urbanos

Si analizamos las estadísticas de los últimos años vemos que la superficie cultivada ha disminuido de las 55.000 hectáreas de 1985 a las 50.000 que se trabajan actualmente. E igualmente la producción, ya que de las 130.000 toneladas de 1990 se ha pasado a las 100.000 toneladas obtenidas hoy en día. La disminución de la producción no solo es causa de la menor superficie plantada, sino también de una caída de los rendimientos: de los 2.500 kg/ha de principios de los sesenta se ha pasado a los 2.000 kg/ha en el momento actual.

Tal como decimos, los cultivadores de arroz de Haití (por ejemplo en la principal zona productora, el valle de Artibonite) son pequeños propietarios que no sobrepasan la hectárea de media, trabajando un gran número de ellos las parcelas en arriendo o aparcería, lo cual, entre otras cosas, limita las inversiones que se pudieran hacer. Toda una serie de problemas explican estos bajos rendimientos:

► Útiles agrícolas rudimentarios (picos, palas, azadas o machetes). Mecanización y motorización prácticamente inexistente y escasa utilización de la tracción animal

► Poca capacidad para adquirir insumos tales como semillas mejoradas, abonos, pesticidas.

► Mala gestión del agua a causa de un drenaje dificultoso o mal mantenimiento de los canales de riego.

► Capacitación y vulgarización agraria nula por parte del Estado.

► Organización inexistente o ineficaz de los agricultores no solo para producir convenientemente, sino para almacenar, transformar y comercializar.

► Dificultades de los productores para acudir al crédito.

Hoy Haití importa el 60 % del arroz que consume su población, cuando perfectamente lo podría producir.

¿Pero siempre ha sido así? Paradójicamente durante el régimen del dictador François Duvalier (1957-1971) éste aplicó unas políticas proteccionistas que beneficiaron al mercado nacional del arroz tales como cierre de los puertos al arroz del exterior, control estricto de las importaciones y del contrabando, etc. medidas con las que buscaba granjearse la simpatía y el apoyo de sectores campesinos, que gracias a su demagogia populista, fueron, en cierta medida, la base de su régimen totalitario.

A su muerte, y a partir de los años 1980, su hijo, Jean Claude Duvalier, que le sucede en el poder, comienza a aplicar ciertas reformas neoliberales, que se acentuarán tras su abandono del país en 1986, y que llevarán a la liberalización del mercado permitiendo la llegada masiva de arroz importado. Entre las medidas que se adoptan, bajo la presión del FMI y de otros organismos internacionales que prestan apoyo económico a los sucesivos gobiernos que sustituyen a los Duvalier, están la apertura de los puertos, la modificación de las tarifas aduaneras a las importaciones de este producto (que bajan de un 30% a un 10%; luego descenderán hasta el 3%), eliminación de las licencias de importación así como las tasas a las exportaciones, etc.

El gran beneficiario de estas políticas de liberalización del mercado del arroz haitiano fueron los EE. UU., que en poco tiempo consiguieron que el país pasase a ser su tercer socio comercial en este producto.

El arroz norteamericano entró inicialmente en Haití tras sucesivas desgracias (ciclones, sequías, hambrunas) como ayuda alimentaria dentro de le Public Law 480 para quedarse definitivamente como flujo regular de las exportaciones de la USA Rice Federation . En el período 2002-2003 Haití ya importó 313.400 toneladas de EE. UU.

Si tenemos en cuenta que en Estados Unidos 15.000 agricultores producen cinco millones de toneladas de arroz, recibiendo subvenciones por un importe de 1.300 millones de dólares/año, lo que les permite controlar el 17 % del mercado mundial de este cereal, y que gracias a estos subsidios están vendiendo un 34 % por debajo de sus costes de producción, subsidios que de no percibirse implicarían la desaparición del 57 % de los productores, podemos comprender la competencia desleal que implica el arroz norteamericano, que ha ido invadiendo la demanda en Haití y arruinando a sus campesinos y a su industria de transformación.

Pero además los importadores de arroz norteamericano en Haití constituyen un oligopolio; no sobrepasan la decena. Solamente tres de ellos controlan el 60 % del volumen de arroz importado, siendo el más importante la multinacional norteamericana Rice Corporation of Haití.

Las dificultades que encuentra el arroz nacional, además de competir con el precio del importado, es que por falta de equipos no se suele hacer un buen secado, y si a lo cual le añadimos que los molinos de descascarillado son vetustos y sufren los continuos cortes de energía eléctrica, comprenderemos por qué se suele romper el grano en la molienda, lo que desmerece el producto a la hora de su venta en el mercado local. Hay que considerar igualmente los problemas de infraestructuras (carreteras, almacenes para un correcto stockage, envases homogéneos, canales de distribución, etc.), y el elevado grado de impurezas que obliga a limpiar el grano antes de cocerlo, con lo cual vemos que aunque su calidad es superior a la del arroz norteamericano, no puede resistir su competencia y sigue siendo hoy desplazado del mercado urbano e incluso rural. 

NOTAS AL PIE

  1. El miércoles 7 de julio, el presidente de Haití, Jovenel Moïse, de 53 años, fue asesinado a tiros cuando un grupo de sujetos armados (mercenarios colombianos y haitianos residentes en EE.UU.) entraron en el Palacio presidencial.
  2. Bucanero: del francés “boucan” (ahumar). Eran emigrantes europeos, generalmente franceses, que se dedicaban a la caza de los cerdos asilvestrados, cuya carne luego ahumaban para su conservación y la vendían a los barcos piratas que fondeaban en estas costas.
  3. Las estadísticas en Haití, en aquellos años, como en el momento actual, eran muy inciertas: Las cifras sobre el número total de cabezas existentes en el país variaban entre 1,2 millones y 1,9 millones.
  4. A través del Departamento de Agricultura (USDA). Servicios Veterinarios del Servicio de Inspección y Seguridad Animal y Vegetal de los EE.UU. 
  5. Departamento de Agricultura de este país.
  6. Los auditores eran D. Enrique Vigués Jefe de División de los Países Donantes, D. Eduardo Salvadó Director de IICA/México y D.Rufo Bazán Jefe de División de Evaluación (Costa Rica).
  7. Paddy: Arroz sin descascarillar.
  8. Un rendimiento aceptable en arroz inundado sería de 5 ton/hect. por cosecha. Hay países, con unas condiciones óptimas de suelos y técnicas de cultivo, que llegan a obtener 7,5 ton/hect./cosecha caso de Vietnam.
  9. Los propietarios son gente de la ciudad: comerciantes, profesiones liberales, funcionarios, etc.
  10. No solo al público sino también al privado. Al no poseer generalmente garantías para obtener créditos (no tienen escrituras de propiedad con que respaldar la petición) tienen que recurrir a los usureros de los pueblos que les cobran hasta un 200 % de intereses.
  11. Public Law 480: Ley que regulaba la ayuda alimentaria a gobiernos amigos que fue promulgada al inicio de la Guerra fría por el presidente Eisenhower.
  12. Federación del arroz de Estaos Unidos que engloba a productores, molineros, comerciantes. Los estados donde se cultiva el arroz en EE.UU son Arkansas, California, Florida, Luisiana, Texas, Mississippi y Misuri.
  13. La deuda externa de Haití no alcanza los mil doscientos millones de dólares, es decir el 77 % de las subvenciones recibidas por los arroceros norteamericanos.
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