Autor: Iñaki Liceaga, técnico de cooperación y coordinador de CERAI en Cuba
El proyecto Tierra Viva, financiado por la UE y la AECID, se realizó en Cuba para fortalecer a 15 cooperativas de 2 provincias del oriente cubano. Se abarcó desde el fortalecimiento organizativo y estratégico de las cooperativas a la mejora de las producciones con agroecología y permacultura.
Estas cooperativas producen actualmente un 40% más de vegetales y un 160% más de carne. Se superaron las metas esperadas en la producción y las gestiones. Pero la mecha que encendió el proyecto siguió corriendo sola.
En los análisis con las cooperativas se discutió la necesidad de trabajar más en la preparación y vocación de los más jóvenes a fin de garantizar el relevo generacional. No hizo falta hablarlo más. Las cooperativas tomaron la iniciativa junto a productores destacados que ofrecieron sus fincas para que los niños las visiten y practiquen en ellas.
11 de las 15 cooperativas hicieron convenios con las escuelas de su área para colaborar en la educación de los niños y niñas a través de los “círculos de interés”.
Se trata de actividades extraescolares que ofrecen las escuelas de primaria para que los niños aprendan jugando sobre actividades que podrían ser su trabajo del mañana. Hay círculos de interés en literatura, periodismo, historia, tejidos, música, manualidades, ganadería y, ahora también, la agroecología.
Así, el entusiasmo y dinamismo generado por el proyecto en los productores llegó hasta las escuelas. Y así, niñas y niños con ganas de saber se unieron a campesinos con ganas de enseñar.
Actualmente funcionan en estas cooperativas 22 círculos de interés que benefician a más de 200 estudiantes (sólo había 4 al inicio del proyecto). Casi la mitad son círculos de interés de agroecología. Aquí los niños aprenden a cuidar los suelos, a combinar los cultivos, a amar el campo… y a recoger los frutos.
El Proyecto Tierra Viva ha sido desarrollado en consorcio entre CERAI y la ONG italiana COSPE entre 2012-2015