Este documental refrenda el papel de la agroecología como agente de cambio social, económico y político que apuesta por una sociedad más informada, justa, y cooperante
El jueves 21 de abril se proyectó el documental Rebeldía Rural: la luz llega al pueblo en el Centro Cívico Delicias en un acto en el que participaron la directora y sus protagonistas. Tras la proyección, hubo un coloquio que contó con la presencia de Susan Labich, directora del documental, y de los hermanos Garcés, la familia protagonista de la película. El coloquio lo moderó Juan Laborda Ruiz, técnico en agroecología de CERAI, que también aparece en el documental. Medio centenar de personas disfrutaron de la proyección de la película que busca ahondar en la necesidad de un cambio global del sistema agroalimentario, propiciar el debate sobre el modelo actual y estimular la implicación ciudadana para afrontar el necesario cambio desde una perspectiva de la cooperación. Además, el documental cuenta con la música de La Ronda de Boltaña y con la participación del maestro quesero Emilia Sierra y la autora del blog Mallata, Lucía López Marco.
El documental presenta la vida de los hermanos Garcés Mur, David y Toné, dos jóvenes rurales de San Vicente de Labuerda, un pequeño pueblo de la comarca de Sobrarbe. Son al menos la cuarta generación de familia ganadera y han puesto patas arriba el modelo de producción de ovino en su comarca. Los Garcés han apostado por reducir el número de animales, hacer venta directa de la mayor parte de su producción a través del restaurante familiar y reducir la dependencia de insumos externos produciendo todo lo que pueden en su propia granja. Esta apuesta les permite continuar con su vida en el campo, felices e ilusionados, orgullosos de su trabajo, que se ve reconocido por la clientela que los conoce y confía en su buen hacer. En el mismo pueblo tienen el Restaurante Merendero Garcés, en el que la carta se confecciona con lo que producen. Desde la terraza del restaurante la clientela puede ver la huerta de la que cada día cosechan las hortalizas para preparar los platos que ofrecen en la carta.
El proyecto de la familia Garcés es un proyecto familiar en la que todos son necesarios e importantes. David y Toné están al frente de la explotación, sus padres aportan la experiencia —además, Ángeles, la madre, hace unos postres deliciosos— y el trabajo de las camareras y camareros, que ya son de la familia. Una manera de vivir sencilla, en armonía con los ritmos de la naturaleza, con mucho trabajo, pero un trabajo que les llena de ilusión porque hacen lo que quieren y como quieren. Las razones que han llevado a David y Toné a tomar estas decisiones son simples, una cuestión de lógica, los Garcés decidieron que querían cerrar el ciclo, utilizar lo que tenían a mano, sacrificar y vender los corderos lo más cerca posible y aprovechar los recursos disponibles. Casi sin darse cuenta, esto les ha llevado a prácticas que benefician al territorio, porque permite activar la economía local, que el dinero se quede en el territorio y promover que se fijen puestos de trabajo. Sin duda, un ejemplo de vida centrado en la agroecología y la soberanía alimentaria. Creatividad, ilusión y fuerza para construir alternativas viables.
Las reflexiones y opiniones compartidas por los hermanos Garcés y el público generaron un rico debate que llevó a quienes asistieron a volver a casa con un gusto de ilusión, ganas de compartir, probar y con un resabio romántico entre los dientes. Los espectadores agradecieron enormemente ser testimonios de un caso real, vivo y joven, gracias a este documental que es uno de muchos ejemplos de que existen soluciones para el cambio.
Las próximas proyecciones de la película serán el 5 mayo en Madrid y el 8 de mayo en Ejea de los Caballeros (Zaragoza).