Lola Raigón. Foto SEAE
En el marco del proyecto Objetivo Campus Sostenible y su trabajo durante la fase I en la Universidad Politécnica de Valéncia, junto a la Revista Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas, hemos hecho una entrevista a Lola Raigón, un referente en investigación sobre alimentación ecológica y activista de la agroecología. Sus estudios comparativos sobre la calidad nutricional de alimentos ecológicos han sido de gran trascendencia para abrir paso al sector durante estos últimos veinte años. Catedrática de Edafología y Química Agrícola, desde hace unos meses es además directora del Área de Transición Verde de la Universitat Politècnica de València (dentro del Vicerrectorado de Desarrollo Sostenible), un cargo de gran responsabilidad en lo referente a cambiar ciertas lógicas en la universidad. ¿Qué puede hacerse desde dentro para cambiar una institución que, como ella dice, tan bien se ha adaptado al sistema capitalista?
P. La universidad se ha percibido siempre como un enclave de movilización crítica y pensamiento transformador, ¿cómo la ves en el contexto actual de crisis climática, social, sanitaria…?
R. Voy a hablar de mi visión personal, sin que esto comprometa a las universidades, en parte también por la gran pluralidad que hay en ellas. La visión de la universidad tiene una trayectoria evolutiva. Nace con espíritu crítico, de conocer, aplicar y transmitir. Cuando más impacto sufre es seguramente después de esas épocas de transición política en las que es un nicho de reflexión, de aportes, incluso de lanzamiento de muchas ideologías. Ahí aparece el boom neoliberal y este también ataca a la universidad. Sus fines cambian, ahora son los mismos que en la sociedad: ser los primeros, los que más investiguen, competir. Aparecen los índices de medición que muestran las universidades que hacen más esto o lo otro. Eso es lo que tenemos ahora y creo que es complicado salir de ahí. ¿Qué podemos hacer los que vemos esto con dudas? Suavizarlo con medidas que socialicen más lo que significa universidad y, hablando del entorno medioambiental, transmitir pautas de comportamiento e incidencia. Anualmente, pueden salir de la universidad miles de profesionales que ocuparán cargos de responsabilidad; el ejemplo que vean en estos años de su vida puede ser importante. Esa es mi lucha personal.
P. Y concretando esa lucha, ¿cuál es la propuesta de tu equipo para la Universitat Politècnica de València?
R. La universidad se mueve con los mismos parámetros que la sociedad, con unas elecciones universales, con candidaturas que han librado una lucha de poder para alcanzar esa posición. Un rector de universidad es una persona de una incidencia política tremenda. Con el equipo de gobierno que ganó estas elecciones se estableció un marco de actuación y entre sus objetivos está conseguir que la universidad se convierta en un espacio neutro de carbono, y aquí se incluye el tema alimentario. ¿Cómo nos alimentamos en la universidad? En las cafeterías o con nuestra fiambrera. Para mejorar esos dos escenarios habrá que mandar mensajes de qué es una alimentación sana, tener de puertas para dentro espacios cómodos donde comer de nuestra fiambrera y que comer se convierta en el acto social que es además de nutrir. Cambiar las cafeterías es complejo porque todos los ámbitos de la universidad se licitan y las licitaciones van marcando los precios y más cosas. ¿Qué es una licitación verde? Queremos establecer las pautas que cambien la situación: disminuir frituras, alternativas a la proteína animal, introducir alimentos de la cultura gastronómica del territorio, de proximidad, que contribuyan a la renta de los agricultores locales… En definitiva, todo lo que ya estamos acostumbradas a trabajar a nivel individual. Además, hay unos terrenos que compró la universidad hace tiempo y se está luchando para que no haya edificaciones y se conviertan en huertos. Es en lo que estamos trabajando más.
«¿Qué es una licitación verde? Queremos establecer las pautas que cambien la situación: disminuir frituras, alternativas a la proteína animal, introducir alimentos de la cultura gastronómica del territorio, de proximidad, que contribuyan a la renta de los agricultores locales»
Fuente: Revista SABC