Fotograma del documental ‘A paso lento’
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La ganadería industrial introduce una mayor cantidad de animales por granja, pero no aumenta el número de granjas, al contrario, ha hecho desaparecer muchas pequeñas empresas ganaderas familiares.
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La solución: políticas públicas que fomenten la transición agroecológica, la ganadería extensiva y una compra pública alimentaria sostenible.
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La discusión no es estar a favor o no del sector ganadero, esa falsa dicotomía es fruto de la manipulación del debate político.
Las declaraciones del ministro de consumo Alberto Garzón en contra de las macrogranjas y a favor de la ganadería extensiva han suscitado un intenso debate sobre los diferentes modelos de ganadería. Desde el Centro de Estudios Rurales y Agricultura Internacional (CERAI) reafirman su apuesta por el modelo de ganadería extensiva, que «supone una alternativa real y efectiva», aseguran desde la entidad. «Los impactos negativos de la ganadería industrial a través del modelo de integradoras están más que demostrados, allí donde hay una macrogranja se destruye el entorno natural con graves efectos sobre la economía local, lo que incide en la despoblación del mundo rural», explican en CERAI. «Por otro lado, la ganadería extensiva, sigue un modelo familiar que da trabajo a pequeños productores, que son un pilar fundamental de muchos municipios rurales, es respetuosa con los animales y el medioambiente y ofrece un producto de más calidad para todas las personas consumidoras», añaden. Para finalizar, la entidad implicada con el desarrollo rural afirma que «está claro que un futuro sostenible y digno para quienes sostienen los territorios rurales pasa, sin duda, por el apoyo a la ganadería extensiva y a las ganaderías familiares. El modelo de macrogranjas no es en absoluto un futuro deseable. Esta es una polémica malintencionada en defensa de los privilegios de las grandes empresas cárnicas que en muchas ocasiones son multinacionales que generan muy pocos beneficios en los municipios rurales».
La falsa unión de una macrogranja con el medio rural
Mientras que la despoblación del medio rural en España avanza a marchas forzadas, la ganadería industrial no supone ninguna solución, tal y como muestran los datos. Este tipo de ganadería introduce una mayor cantidad de animales por granja, pero no aumenta el número de granjas. Por ejemplo, la población de cerdos ha crecido un 35% entre el año 2015 y el 2021 mientras que el número de granjas ha descendido un 9%. Por otra parte, el impacto ambiental que producen este tipo de explotaciones, debido a los purines que generan, hace que los suelos y aguas subterráneas de muchos puntos del país estén contaminados por nitratos. Informes de la Agencia Catalana del Agua o la Confederación Hidrográfica del Ebro, alertan de los altos niveles de contaminación de las aguas en zonas de Cataluña y Aragón, que hace que en muchos puntos no sea apta para el consumo humano.
«La discusión no es estar a favor o no de la ganadería, esa falsa dicotomía es fruto de la polarización en el debate político» afirman desde CERAI. «La cuestión debe ir mucho más allá. Debemos reflexionar sobre qué sistema alimentario queremos, porque un sistema alimentario sostenible debe incluir una mirada justa y respetuosa hacia un mundo rural vivo. Además, tenemos que apostar por una buena salud de las personas y el planeta, especialmente desde el sector público, lo que requiere revisar cómo producimos y cómo consumimos. Existen muchos informes que evidencian que una macrogranja no es sostenible a futuro, ni ayuda a revertir la despoblación, ni a reducir la emisión de gases de efecto invernadero o ni siquiera apoya la economía de las pequeñas familias en las zonas rurales. Es más bien todo lo contrario», aclara la ONGD. Además, «tanto por la salud del planeta como de las personas deberíamos de reducir el consumo de carne», concluye. La Organización Mundial de la Salud recomienda reducir el consumo de carne roja y de carne procesada, porque además, la ciencia indica que un consumo excesivo está relacionado con un incremento del riesgo de cáncer y otras enfermedades cardiovasculares o diabetes.
La responsabilidad y coherencia política
En la reciente aprobada Estrategia 2050, una de las apuestas de este gobierno es transitar hacia sistemas agroalimentarios sostenibles y saludables. «Generalizar los sistemas de producción ganadera sostenibles y ligados al territorio, como los sistemas extensivos de dehesa y pastoralistas», marca el documento. Además, a nivel europeo los Objetivos de Desarrollo Sostenible o la Estrategia de la ‘Granja a la mesa’ de la FAO van en la misma línea. «El Gobierno ha de velar por la protección de la salud de las personas y el planeta, por lo tanto, debe incentivar la transformación de la ganadería hacia modelos que a largo plazo sean sostenibles, teniendo en cuenta los límites del planeta. No hay que olvidar que somos seres ecodependientes. Las administraciones deben tomar las medidas de apoyo y fomento a la ganadería familiar, necesarias para que esta pueda transitar hacía la sostenibilidad y volver a tener su papel de «gestores del territorio y del paisaje» y generar políticas públicas acordes, como fomentar una compra pública alimentaria sostenible que priorice, por ejemplo, la carne de ganadería extensiva», afirman desde CERAI. «Es necesario, también, avanzar en el etiquetado de la carne y productos que provienen de la ganadería extensiva para que quienes vayan a comprar los puedan identificar claramente», añaden desde la entidad.
El ejemplo de ‘A paso lento’ en el País Valencià
La ganadería extensiva es la opción que garantiza un futuro sostenible. Así lo cuenta el proyecto ‘A paso lento’ en un documental en el que se recoge la experiencia de tres ganaderos que abarcan un total de 17.000 ha en torno a la población de Alcublas (Valencia), realizado por La Cosecha producciones. Estos ganaderos promueven otros modelos de producción y consumo, sostenibles y respetuosos con el medio, y, de momento, han abierto nuevos canales de comercialización de carne de cordero y cabrito que permiten restablecer los vínculos entre la ciudad de València y su entorno rural, con el supermercado colaborativo ‘Som Alimentació’, el restaurante agroecológico ‘Al-Paladar’ y el comedor de una escuela cooperativa ‘La Gavina’. Los tres protagonistas: Arsenio Navarro González, José Manuel Jorge Orrios y José Miguel Garrido Martorel nos cuentan en su mediometraje que es posible apostar por modelos sostenibles. «Apostar por la ganadería y agricultura es apostar por un mundo rural vivo», afirman.
Desde la cooperativa consideran este modelo de ganadería como una opción económica que ayuda a fijar población y mantener el tejido social en áreas que carecen de otras alternativas productivas. Sus objetivos son dar a conocer la ganadería extensiva y sus beneficios al conjunto de la sociedad: mantener la biodiversidad, reducir el riesgo de propagación de grandes incendios forestales, incorporar y fijar población en el mundo rural, entre otros. Así como devolver el control de la comercialización a los ganaderos y a las personas consumidoras, impulsando nuevos canales de comercialización que conecten La Serranía con la ciudad de València.