Foto: Muchas mujeres de la zona fueron guerrilleras. La imagen en sí resulta muy significativa, pues evoca cómo es posible cambiar fusiles por árboles.
Desde CERAI, en colaboración con nuestra entidad socia en El Salvador, la asociación CORDES (Fundación para la cooperación y el desarrollo comunal de El Salvador), estamos apoyando el proceso de fortalecimiento de capacidades de las mujeres productoras y la consolidación de una red de producción agroecológica en la Microrregión Cuscatlán Cabañas. Con todo, queremos apoyar iniciativas surgidas de las asociaciones de mujeres y directivas comunitarias, ADESCOs, respaldando políticas municipales que fomenten la alimentación local campesina agroecológica.
En este artículo recogemos testimonios de varias de las mujeres productoras que han participado en el proyecto “Mujeres contribuyen al logro del derecho a la alimentación en el municipio de Suchitoto (Fase II)”, financiado por la Comunidad de Madrid.
La propuesta se ha ubicado en 4 comunidades del municipio de Suchitoto (El Barío, Laura López, Nueva Consolación y El Cereto), que se caracterizan por presentar índices de desarrollo humano muy bajos y tener como principal y casi única actividad generadora de ingresos la actividad agropecuaria, principalmente de subsistencia y que genera por tanto bajos ingresos. Los niveles formativos son muy débiles y las relaciones de género son desiguales. Por ello, resulta satisfactorio leer los testimonios de varias de las participantes en el proyecto que se ha llevado a cabo desde CORDES y CERAI, que ha finalizado recientemente.
Consuelo del Carmen Ceron, de 42 años y residente en la comunidad El Cereto, cuenta con una pequeña tienda de golosinas y de productos de primera necesidad, que combinada con el cultivo de granos básicos, le permite cubrir las necesidades básicas de ingresos. En su comunidad, 10 mujeres han tenido acceso al programa de CORDES y CERAI, basado en el manejo de granjas de gallina india. “La granja ha sido de mucha ayuda, nos ha dado alimento y algunos ingresos para la compra de otras cosas necesarias en la casa. Con esta iniciativa también se han involucrado mis hijos, porque también ellos saben que deben poner agua a los bebederos y poner concentrado. Yo me siento feliz con mis gallinitas”, explica.
Ilda Deysi Consuelo de Ceron, de la misma comunidad de El Cereto, tiene 58 años. Desde pequeña aprendió a trabajar en la agricultura. Ahora, explica con satisfacción que el manejo agroecológico le ha supuesto abrir los ojos a otra manera de cultivar: “Lo que más me ha gustado es aprender a preparar productos orgánicos para el manejo del huerto, así no nos envenenamos con químicos. Creíamos que no funcionarían, pero si funcionaron, logramos cosechar tomate, chiles, pepinos, repollo, lechugas, también cilantro y hierbabuena. Estas hortalizas fueron de gran ayuda para la alimentación de la familia, más en tiempos del COVID, ya que el no haber podido salir al mercado a hacer las compras fue difícil, pero a nosotras no nos afectó como a las familias que viven en San Salvador”. Como coordinadora del comité de mujeres de su comunidad también explica satisfecha que aspira a motivar a otras mujeres para que se capaciten en temas de género.
Eva Patricia López Meléndez, de 30 años y residente en la comunidad Nueva Consolación, accedió al programa recibiendo el apoyo y la capacitación necesarios para cultivar en su huerto de hortalizas, chiles, pepinos, tomates, pipián y cilantro. Recibió formación para la preparación de caldo bordelés y sulfocálcico, así como también un biofertilizante preparado con estiércol de vaca y abono bocashi. “Estos productos nos sirvieron para dar tratamiento a las plantas del huerto y que dieran bastantes frutos. Siempre tuvimos dificultades de plagas, pero cosecha hubo. En tiempo de cosecha pude vender bastante producto aquí en la comunidad y en Mazatepeque. Esos ingresos favorecieron a mi familia. Con este proyecto yo me siento satisfecha porque me ha permitido a que con mi esposo trabajemos juntos y que mejoremos las condiciones de vida para nuestros hijos”, explica satisfecha.
Gladis López, de 48 años y madre soltera de una hija de 17 años y un hijo de 21 años, de la Comunidad El Barío, expone las dificultades que experimentan muchas mujeres en su situación y que muestran la realidad de la mujer salvadoreña. Actualmente, ejerce el cargo de secretaria de la mujer de la Asociación PROGRESO, coordinadora del comité de mujeres de su comunidad. “Yo he aprendido que para que las mujeres seamos reconocidas que tenemos los mismos derechos que los hombres debemos demostrar que somos capaces y que sí podemos”, explica. El proceso de fortalecimiento de capacidades de mujeres como Gladis tiene altos impactos positivos en su comunidad, pues como ella explica “hemos participado en los diferentes talleres que impartieron para el Consejo Consultivo, y desde ahí se planificaron los talleres para evaluar la Política de género de la Alcaldía. Esto nos ha ayudado a las mujeres lideresas a poder exigir a las autoridades que se trabaje por reconocer los derechos de las mujeres y que se realicen proyectos para que en Suchitoto haya una igualdad de condiciones para las mujeres y hombres”.
Lendi del Carmen Alas, de la comunidad Laura López, tiene 26 años y se define como mujer emprendedora. Cuenta con una actividad de comercialización de frutas y verduras dentro de la comunidad, y también cría aves y cerdos. Con orgullo explica que participar en el proyecto de CORDES y CERAI le ha permitido mejorar notablemente sus ingresos: “Obtuve buena producción, ya que logré que mi familia consumiera abundantemente hortalizas y también pude vender mucho en la comunidad y en las ferias productivas que CORDES organizó. Esto me permitió aumentar un poco mis ingresos económicos y contribuir a la economía de mi familia”. Desde su juventud, menciona la contribución de estos procesos de capacitación a la mejora de la autoestima como mujeres: “Una piensa que solo puede hacer lo de la casa o cuidar a los hijos, pero ya cuando una va las reuniones, a capacitarse y a conocer a otras mujeres, eso ayuda para ir poniendo en práctica cosa”.
Los testimonios de estas mujeres resumen bien el trabajo que desde CERAI y CORDES hemos realizado con unas 80 mujeres productoras de las 4 comunidades y con la Red de productores y productoras Agroecológicos existente en la mancomunidad de municipios Microregión Cuscatlán – Cabañas, con el objeto de orientar sus sistemas productivos alimenticios y de comercialización hacia modelos ambiental y económicamente sostenibles y ejercer una participación social efectiva, con relaciones equitativas de género.
Agradecemos sus testimonios, que nos dan coraje para seguir trabajando por la expansión de la Red de Producción y Consumo Agroecológico con enfoque de género y de economía social y solidaria en la Microrregión Cuscatlán-Cabañas.