
Artículo de opinión de Mariana Yuan, veterinaria y socia de CERAI.
“La salud es algo que todo el mundo sabe lo que es, hasta el momento en que la pierde, o cuando intenta definirla” (G. Piédrola Gil, 1991)
Definir lo que es la salud, no es una tarea simple, parte de una percepción y vivencia personal de cada uno/a. Podríamos asumir que está relacionada con lo que se considera “normal” y lo “normal” a su vez depende de los conceptos vigentes entre los grupos sociales que cada uno tiene acceso. Por otro lado, el concepto de salud está modulado por factores culturales, económicos y religiosos. En nuestro planeta tan diverso, podemos imaginar la cantidad y diversidad de definiciones que tenemos de la salud.
Históricamente, la visión de la salud ha estado basada en criterios negativos, donde se buscaba constantemente la presencia o ausencia de patología, normal o no normal. La presencia de enfermedades infecciosas como causa de muerte. Hemos visto que la vida no es blanco o negro, y sí es un baile de matices de colores y alguna vez llegas a sus extremos. Además, también hemos apercibido que los conceptos de “normalidad” varían con el tiempo.
“La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y también social, no solamente la ausencia de enfermedad o dolencia” (Organización Mundial de la Salud (OMS), Constitución de 1946).
Hemos avanzado hacía definiciones más positivas y completas. No obstante, la definición de la OMS, que aún está en vigor, se podría considerar utópica, subjetiva, estática y equipara la salud a bienestar. Actualmente, en la práctica la OMS adopta este concepto de una forma más dinámica. En 1982, Terris ha desarrollado el modelo del “continuo de salud-enfermedad”, un concepto dinámico donde los factores sociales (ocupacionales, nivel de renta, vivienda, educación, etc.) son una parte que nos influyen de forma directa o indirecta nuestro estado de salud (Ver imagen).
Hoy en día, podemos caracterizar la salud, como un concepto positivo, un proceso, algo que puede mejorarse, se produce por múltiplos factores y es una responsabilidad de muchos agentes.
El desarrollo gigantesco de la humanidad está llevando a un cambio global que afecta todo el planeta, en cuanto a clima y el uso de suelo. Son ejemplos la deforestación para monocultivos que agotan las reservas de vida en el suelo (alimento de hoy, hambre de mañana) y la ganadería intensiva. No debemos olvidar que el aumento de viajes internacionales, ya sea con finalidad mercantil o como turística («¿hacemos la despedida de soltero en Berlín?») ha incrementado la dispersión de muchos vectores y patógenos por todo el planeta. La población humana está en constante crecimiento y se está expandiendo a nuevas zonas geográficas o sobrepoblando otras.
Esta situación lleva a un contacto cada vez más frecuente entre animales tanto domésticos como salvajes y personas, a la par que la diversidad de fauna, flora y cultural disminuyen y aplicamos las mismas soluciones (y el mismo alimento) en todo el planeta. En conclusión, hemos creado nuevas oportunidades de contacto entre humanos, animales y medioambiente, que favorecen la transmisión de enfermedades entre personas y animales.
En 2000, se introduce el concepto Una sola salud (One Health) y cada día que pasa gana importancia en el ámbito de la medicina humana y veterinaria, por la emergencia o la reemergencia de muchas enfermedades.
Y si hablamos de salud, podemos decir que el planeta le falta salud a nivel global con los síntomas que presenta: la globalización, la adaptación de los patógenos, la inseguridad alimentaria, el cambio climático, el sistema alimentario plástico y kilométrico, los sistemas de producción animal, los hábitos de consumo, la perdida y agotamiento de los recursos naturales etc. El entorno de riesgo actual es de elevada complejidad, llena de interconexiones y convergencias. Y el hambre, la pobreza y la desigualdad siguen siendo desafíos mundiales.
¿Cómo podemos afrontar a todo esto?
- One Health parte de la premisa que las personas, animales y medioambiente están interconectados, y es una estrategia para plantear soluciones a problemas relacionados con la salud. Para ello, es necesario un abordaje coordinado, integral y multidisciplinar para abordar cualquier riesgo posible propiciado por la interfaz animal-humano-ecosistema. Se pone en manifiesto un sistema socio-ecológico que queremos buscar sus equilibrios.
- ¿Una sola agroecología? La agroecología se basa en procesos territoriales y desde la raíz, con el objeto de buscar soluciones contextualizadas a los problemas locales. Es decir, que el mismo problema con diferentes soluciones según el entorno. La agroecología busca transformar el actual sistema alimentario en un sistema alimentario soberano mediante soluciones integrales y holísticas a largo plazo: diversidad, sinergias, eficiencia, resiliencia, reciclaje, intercambio y crear en comunidad. Aparte de la dimensión técnica e innovadora, la dimensión social y económica son pilares básicos para poder lograr sus objetivos y fomentar la economía circular y solidaria y la gobernanza responsable.
Las conexiones están claras, las políticas están flojas ante la presión de los mercados. Sabemos también que los puntos críticos están en los países que más dificultades tienen (países del sur), sin embargo, la alarma ya se ha activado en los países del norte y empiezan a manifestar varios síntomas de malignidad. La inestabilidad despierta la guerra y las luchas. Realmente, después de la COVID-19, ¿estamos caminando hacia un mundo con una consciencia sanitaria? ¿O queremos seguir en la vieja guardia? ¿Nos faltan ganas/poder o nos faltan todavía recursos para promover una sola salud y alimentos sanos para todos?
La base de la vida y de la salud del animal-humano-ecosistema es por la existencia de alimento.
Defendamos nuestro alimento y nuestros territorios. Cultivemos igualdad y diversidad social, cultural y tradicional. Cosecha intercambio de conocimientos y soberanía. Aliméntate y comparte salud y bienestar.