
Caroline, alumna del Curso Internacional de Agroecología, presenta su empresa Blueyellow
Fotos: blueyellow
No sabemos si los emprendedores nacen o se hacen, pero si hay algo que el ejemplo de Caroline demuestra, es que el empeño y la formación son claves en el éxito de un negocio. En este caso, una empresa nacida de la agroecología.
Caroline Heredia es arquitecta, criada entre Caracas y San Francisco. “Dos ciudades, culturas, tradiciones, familias y cocinas muy diferentes. De ahí que, el mestizaje y el diseño constituyan una manera de relacionarme con el mundo, mi naturaleza”, afirma. Sus trabajos han girado en torno a la agricultura urbana y los planteamientos de cubiertas vegetales en edificaciones. Reconoce que “el verde” ha acompañado siempre a su arquitectura.
Estudió el Curso Internacional de Agroecología, Soberanía Alimentaria y Cooperación al Desarrollo Rural que organiza CERAI a través de la Multiversidad de Agroecología, Biodiversidad y Culturas y la Escuela de Agroecología para la Paz, la Cooperación y el Desarrollo Rural “Adolfo Pérez Esquivel». Allí recibió los conocimientos que, unidos a su experiencia anterior y su amor por la ciudad y la gastronomía, dieron vida a su empresa, Blueyellow.
Desde el huerto de su terraza de Madrid, Blueyellow ofrece preparados de plantas aromáticas de temporada de cultivo ecológico en su huerto urbano en medio de Madrid.
¿Qué te motivó a realizar el Curso de Agroecología de CERAI?
Seguir indagando acerca de las cubiertas vegetales y más específicamente sobre los “servicios ecosistémicos”, es decir, los productos y procesos que generan los ecosistemas vivos y que las personas utilizamos directa o indirectamente, como por ejemplo: los alimentos, la energía, la polinización, materiales de construcción, el control natural de plagas, es decir, aquello que es invisible a los sistemas económicos y a veces técnicos, pero fundamental en el sistema.
Este fue un tema pendiente que quise pero no logré abordar en detalle en mi trabajo de fin de master, que consistió en diseñar desde una noción de sostenibilidad, una herramienta para evaluar de forma preliminar las “Infraestructuras Verdes”. Infraestructuras Verdes entendido como una red, una estructura espacial estratégicamente planificada de zonas naturales / seminaturales junto con otros elementos medioambientales, diseñada y gestionada para proporcionar “servicios ecosistémicos” y proteger la biodiversidad tanto de la ciudad como del campo. Hablamos de elementos medioambientales que pueden operar a distintos niveles desde setos, cubiertas vegetales, huertos urbanos hasta humedales.
¿Cómo fue la experiencia en él?
En lo personal fue una experiencia muy enriquecedora, porque tanto los profesores, los compañeros, como las materias y los niveles de conocimiento eran muy diversos. Cada quien viene con su formación, experiencia, formas, deseos y miedos; dispuestos a compartir su visión sobre las cosas, es un intercambio y una interrelación constante. A eso le sumas los temas, datos, situaciones, sucesos e investigaciones que el curso aporta, y lo que menos se genera es una lógica. Creo firmemente en la diversidad como una forma de construcción del conocimiento y este curso pone de manifiesto, que no es el camino más fácil, pero que es posible.
¿Lo mejor del curso?
Sin lugar a duda el enfoque, su transdisciplinaridad. Es una noción que considero fundamental hoy día. Nuestra realidad es compleja, y así sus problemas: modelos de desarrollo, medio ambiente, alimentación, salud, etc. Todo está interconectado, todo afecta de una u otra manera no sólo a una parte (nosotros) sino a la totalidad del sistema. Por ello necesitamos conseguir ver las cosas desde muchos otros puntos de vistas, entender lo que sucede a otros niveles de realidad. Nuestros problemas requieren soluciones transdisciplinares equivalentes y compatibles. Necesitamos un pensamiento ecosistémico, capaz de conectar los diferentes tipos de conocimiento con el individuo, la sociedad y la naturaleza. Y el curso es una ocasión para reafirmar que debemos pensar desde otra lógica o como bien dice JL Porcuna desaprender.
Y con toda esa experiencia y conocimiento fundaste Blueyellow…
Siempre he sido muy fan de las plantas aromáticas, sobre todo por su gran aporte en la cocina, pero fue estudiando sobre los “servicios ecosistémicos”, compatibles con las cubiertas vegetales que me llevaron a considerarlas. Indagando sobre diferentes tipos de cultivos a partir de ciertas consideraciones, tanto desde un ámbito técnico (particularidad de los sustratos, comportamiento ante factores climáticos, requerimiento de riego y nutrientes, etc) como ámbito socio-cultural (utilidad y función más allá de lo contemplativo, capacidad de interacción con el usuario, capacidad de expresar cambios físicos a corto plazo) fue que redescubrí las plantas aromáticas, y desde ese momento me acompañan. Invisibles para muchos, sus propiedades, sabores, colores y aromas son tan potentes que las convierten en auténticos tesoros, difícil, no dejarse atrapar por sus encantos. Blueyellow trata precisamente de eso, de darle valor a lo no conocido, de hacer visible lo invisible.
¿Qué ofreces en Blueyellow?
Blueyellow es un producto de temporada, de edición limitada, resultado de una exquisita selección de variedades de plantas aromáticas procedente de diferentes partes del mundo, cultivadas en la ciudad, preservadas y cuidadosamente preparadas.
Para esta temporada Primavera – Verano cultivamos mas de 20 variedades de aromáticas entre ellas 5 tipos de albahacas, 2 de lavandas, 2 de monardas, entre otras especies y variedades. Entre los productos culinarios que ofrecemos están los cortes en fresco, aceites y sales, y próximamente, azúcares y vinagres.
Buscamos ofrecer una variedad de productos agroecológicos únicos, lo menos procesados y más naturales posibles. Son ingredientes para el día a día de quienes vivimos en la ciudad. Preservamos al máximo las propiedades y principios activos de nuestra materia prima, elaboramos cada producto de forma artesanal sin utilizar conservantes artificiales.
¿Con qué recursos contabas para desarrollarla?
Levantar y llevar adelante un proyecto como éste, de cultivo y elaboración de producto requiere de una inversión muy grande. Los recursos de los que disponemos, tanto económicos como humanos, son muy limitados. Esto nos exige ser más creativos, y formular estrategias que contemplen las limitaciones, la variabilidad, y flexibilidad como fortalezas, considerando tanto el carácter productivo como el experimental del proyecto. El diseño de nuevo se pone de manifiesto y lo entendemos como un recurso estratégico en un proyecto como Blueyellow, que busca generar valor, por eso desarrollar este proyecto en conjunto con el estudio de diseño Beta Studio ha sido tan enriquecedor. Pero además, está el asunto de las tierras, el manejo agorecológico, etc son temas muy complicado, en un lugar como Madrid, más aun. Hemos tenido la suerte de cruzarnos con personas, grupos e instituciones como ustedes en el Cerai, el Huerto Tresbolillos, Viveros Hortiaroma, la Asociación La Troje y el Huerto Montecarmelo con quienes además de compartir visión y comprender el valor de nuestra materia prima, nos han brindado su apoyo que ha sido fundamental para desarrollar esta primera fase.
¿Cuál ha sido la recepción del público?
Blueyellow esta pensado para personas sensibles, dispuestas a incorporar nuevas experiencias en su día a día, que aprecien las cosas bien hechas, disfrutan de los pequeños placeres de la vida y sobretodo compartan ese nuevo concepto de ciudad que queremos proyectar.
Hasta el momento hemos tenido muy buena receptividad. No me refiero sólo a aceptación, sino a esa capacidad de sentir que despiertas curiosidad en la gente y que están en disposición de experimentar, aprender y probar cosas diferentes. Las aromáticas generan un vínculo muy atractivo en un primer momento, pero que luego pierde fuerza. A todos les encantan las aromáticas, pero pocos saben que hacer con ellas, como emplearlas y aprovecharlas. Creo que eso sucede por desconocimiento, así que hay una interesante tarea de educar, en ese aspecto. Y eso constituye uno de los objetivos de este proyecto, generar ingredientes que eduquen y estimulen el compartir, la improvisación, la toma de decisiones, el instinto, la experimentación, la confianza, etc., que no son otra cosa que los valores de cocinar.
¿Qué proyección tiene tu negocio?
Estamos por finalizar una etapa muy importante. El cultivo de un numero importante de variedades, del cual se han monitoreado constantemente su comportamiento ante: clima, suelos, manejo del huerto, plagas, tiempos, labores etc., Por otro lado tenemos pendiente evaluar las variedades en cuanto a sabor, gusto, potencialidad, rendimiento, etc pensando en productos. Tenemos previsto realizar una segunda tanda de preparados de prueba en el próximo mes con las variedades más “favorables” para darlos a conocer, recoger feedback y posteriormente evaluarlos.
Así que los planes a mediano plazo son terminar de desarrollar la marca y elaborar una línea de productos culinarios para el próximo año (2015).
Con todo esto, ¿se puede vivir de la agricultura ecológica?
Dicen que los beneficios personales pueden superar los costos financieros de algunos negocios, y creo que es cierto, en parte. Trabajar rodeada de plantas, respirando un aire más puro, bajo un cielo increíble es muy gratificante, pero queda poco tiempo para disfrutarlo. La agricultura además de romántica, es una inversión de tiempo y dinero. Esto es como todo, te tiene que encantar. A pesar de todo el esfuerzo que implica, nuestra valoración es positiva y optimista, buscamos generar un modelo de agricultura urbana que tenga conexión con la ciudad, como lugar, con su historia, y con su comunidad, que sea sostenible, responsable, económicamente viable, que compense su pequeña escala a través del uso adecuado de los recursos. Pero aún es pronto para valorar. Estoy convencida de que las plantas son la más elevada forma de vida, y que tienen mucho que enseñarnos, y nosotros dispuestos a aprender.