El Centro de Estudios Rurales y de Agricultura Internacional (CERAI) organizó esta semana un webinar para analizar, a partir de la investigación periodística ‘Incendios en la Chiquitanía, (Bolivia). Causas, consecuencias y relación con la agroindustria’, realizada por el equipo de Carro de combate, cómo el actual modelo alimentario arrasa los bosques de Bolivia. Esta investigación ha sido impulsada desde CERAI, en el marco de la campaña ‘El alimento que nos une’ y se ha materializado en un reportaje que será publicado próximamente en El País.
El encuentro, desarrollado online y moderado por Iñaki Liceaga, director del área de cooperación de América Latina, reunió las voces de: Laura Villadiego y Aurora Moreno, periodistas y responsables, ambas, de Carro de Combate; Axelle García, técnica de Cooperación Internacional de CERAI y Yery Rojas, responsable del Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (CIPCA) en el departamento de Santa Cruz.
Y es que en los últimos años, Bolivia ha sufrido una devastación sin precedentes, según voces expertas, debido a la desaparición de bosques cuyas tierras son empleadas para el cultivo agrícola. Se estima que los múltiples incendios sufridos en el país en 2024 afectaron a 12.600.000 hectáreas, lo que representa el 11,5% del territorio nacional, según datos del Ministerio de Medio Ambiente. Y estos pueden estar relacionados con las quemas autorizadas para preparar los suelos para la siembra y el pastoreo.
En este contexto, CERAI ha querido ir más allá, y averiguar cuál es exactamente la relación entre las dos realidades: el avance de la frontera agrícola y la expansión del fuego. Para ello, el equipo de Carro de Combate ha indagado durante meses cuáles han sido las principales causas y los actores para averiguar si la desaparición de bosques está interconectada con el cultivo de productos de exportación.
El desarrollo de la charla se estructuró en tres partes: una primera para contextualizar y ubicar la problemática, así cómo para saber cómo esta afecta a la población boliviana; una segunda para focalizar qué o quiénes son responsables de la problemática y cómo se actúa; y una tercera en la que las ponentes abordaron las soluciones aplicadas y las soluciones deseadas.
Contexto y problemática actual en Bolivia
Es una realidad que los últimos incendios registrados en 2024 en Bolivia han sido catastróficos a nivel histórico. “Son incendios que han sido impulsados por leyes que, lejos de prevenir, legalizan la quema y promueven la deforestación”, destacó Yery Rojas, responsable del Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (CIPCA) en el departamento de Santa Cruz.
Rojas explicó que el uso del fuego por parte de los pueblos indígenas responde a una práctica ancestral conocida como “chaqueo”. Sin embargo, enfatizó que estos pueblos no lo realizan de manera extensiva. “Las comunidades esperan a que haya dos o tres lluvias fuertes antes de quemar, y el proceso es controlado por la comunidad. La quema es limitada y destinada a la subsistencia familiar, a diferencia de la agroindustria, que quema miles de hectáreas para la producción a gran escala”.
Por su parte, la periodista Laura Villadiego, destacó que en los últimos años, la producción de exportación, en particular la soja, ha triplicado su extensión en los últimos años, y el número de cabezas de ganado también se ha duplicado.
Y como resultado de estos devastadores incendios, la fertilidad del suelo se ve afectada, así como los recursos esenciales que posibilitan la vida en las comunidades. Todo ello afecta a la seguridad alimentaria de la población. “La lucha es desigual, pues los ingresos económicos del agronegocio se sitúan muy por encima de las necesidades de las comunidades locales”, destacó el responsable de CIPCA.
Por su parte, Villadiego enfocó esta afectación y cómo ha supuesto una grave pérdida de autonomía económica para las mujeres. “Los árboles tradicionales, que les daban sustento, se han perdido, junto con sus campos. Muchos animales murieron y numerosas familias tuvieron que abandonar sus comunidades para desplazarse a las ciudades. Cuando esto ocurre, es muy difícil que regresen. Sus comunidades quedan vacías y el futuro se vuelve incierto”.
La periodista Aurora Moreno apuntó también los efectos en la salud de la población. “Durante los incendios, la gente no vio el sol por el humo y las personas sufrieron graves afectaciones físicas afecciones en la salud (respiratorias, oculares y diarreicas) como consecuencia del humo y también emocionales, mientras los centros de salud no disponían de recursos para atenderles”.
En definitiva, tras los incendios ha aumentado la vulnerabilidad de los pueblos indígenas. Esto se traduce en desplazamientos, migraciones forzadas y la pérdida de su cosmovisión. Además, el cambio climático agrava la situación con sequías, inundaciones e incendios cada vez más extremos, mientras la economía sigue dependiendo de materias primas.
¿Qué o quiénes son responsables de la situación?
Cuando se preguntó a las panelistas sobre de qué o quiénes son responsables de esta situación. Todas las voces tuvieron claro la gran influencia del agronegocio en las quemas.
Las quemas en Bolivia afectaron a más de cuatro millones de hectáreas, según un reporte de la Fundación Tierra. Los departamentos más perjudicados son Santa Cruz con 2,6 millones de hectáreas, Beni con 1,3 millones de hectáreas y La Paz con 18.990 hectáreas, zonas pertenecientes a la Amazonía boliviana.
Yery señaló que la agroindustria no recupera los suelos degradados, sino que expande sus actividades a nuevos territorios. “Hace una década se legalizó esta forma de producción y, con ello, se sacrificó la seguridad alimentaria local en nombre de la exportación”.
Iñaki Liceaga llamó la atención sobre que detrás de cada incendio hay un choque de modelos: el del agronegocio, respaldado por intereses nacionales, y el de las comunidades indígenas, que proponen un desarrollo alternativo y sostenible. También destacó la relación directa entre la aprobación de leyes incendiarias en 2013 y el aumento de la frontera agrícola, los incendios y la deforestación.

¿Cuáles son las soluciones?
Laura Villadiego invitó a reflexionar sobre la cadena de consumo: “Lo que compramos aquí tiene un impacto en territorios lejanos, con consecuencias ambientales y humanas que no siempre vemos”.
Axelle García, técnica de CERAI, destacó que el trabajo conjunto de CERAI con CIPCA y los gobiernos locales permite desarrollar políticas agropecuarias más sostenibles.
Por su parte, el responsable de CIPCA subrayó la resiliencia de las familias indígenas: “A pesar de todo, siguen sembrando vida y futuro en sus territorios. Las políticas deberían reconocer y apoyar este esfuerzo, en lugar de favorecer únicamente al agronegocio”.
Y compartió que es esencial promover alternativas productivas dentro de los territorios indígenas, fomentando una agroecología diversificada y sostenible, con sistemas agroforestales para restaurar suelos y prácticas ganaderas respetuosas con el medio ambiente.
El webinar finalizó con un llamada a la reflexión: “lo que consumimos en un lugar del mundo tiene repercusiones en territorios lejanos”. La soja para piensos y los biocombustibles están detrás de gran parte de esta destrucción. Y desde CERAI, se reafirmó el compromiso con el periodismo independiente y la investigación para visibilizar estas problemáticas.