El Centro de Estudios Rurales y de Agricultura Internacional (CERAI) organizó esta semana una charla para dar a conocer a la población valenciana la situación actual de los Campamentos de Población Refugiada Saharaui (CPRS) en Argelia. Y es que justo este otoño se conmemoran los 50 años de éxodo y refugio de la población. El punto de partida: el trabajo periodístico ‘Sembrando en el desierto’, una serie de tres reportajes impulsada desde la organización, en el marco de los Premis Contrast de la Coordinadora Valenciana de ONGD y desarrollada por David Segarra.
El encuentro, celebrado bajo el título ‘Sahara: un conflicto olvidado’ fue desarrollado en el centro cultural Ca Revolta contó con las voces de: Vega Díez, directora de Cooperación de CERAI, David Segarra, periodista, Mariama Lejlifa Mahdi, portavoz de la asociación Zemmur y Fatma Abdelkader, agricultora saharaui.
El proyecto periodístico ‘Sembrando en el desierto’ aproxima a quien lo lee a la agroecología en los campamentos saharauis a través de los huertos familiares y colectivos liderados por mujeres. Descubre nuevas fotografías, más allá de la fotografía fija ofrecida en los medios de comunicación, en los que es muy habitual abordar este conflicto con un sesgo negativo. Esta serie de tres reportajes permite contemplar el Sahara con otros ojos, permite un pensamiento positivo y despierta una actitud proactiva en medio del alarmismo paralizante en tiempos de emergencia climática. Y sobre todo, permite recordar un conflicto en una zona olvidada.
Actualmente, en el suroeste de Argelia viven más de 173.000 personas. Mujeres, hombres, niños y niñas que siguen en una espera eterna. Y así llevan una vida, 50 años sin recibir una solución política al conflicto del que son víctimas, pero desde una resistencia rotunda.
Una gran parte del Sáhara Occidental está bajo el control de Marruecos. España fue su potencia colonial hasta noviembre de 1975 en que ‘cedió’ el territorio a Marruecos y a Mauritania. Posteriormente Mauritania se retiró, ampliando Marruecos la zona bajo su control, por lo que su Gobierno considera que todo el Sáhara Occidental está bajo su soberanía. No obstante, cabe recordar que este acuerdo no fue aceptado por la comunidad internacional. Y así es recogido en diversas resoluciones de las Naciones Unidas, que señala que el futuro de los territorios no autónomos sólo se puede decidir por un proceso de libre determinación entre sus habitantes, que incluya, entre las opciones a votar, la de la independencia. Incluso en su resolución 2602 (del pasado 29 de octubre de 2021), el Consejo de seguridad de la ONU se reafirma en su “compromiso de ayudar a las partes a alcanzar una solución política justa, duradera y aceptable para todas ellas, basada en la avenencia, que prevea la libre determinación del pueblo del Sáhara Occidental en el marco de disposiciones conformes a los principios y propósitos de la Carta de las Naciones Unidas(…)”.

No obstante, mientras esta solución llega, la población saharaui vive en un estado de inseguridad alimentaria muy preocupante. Según datos de la ONU en 2024, más del 90% de la población sufre escasez de alimentos, y los niños y niñas menores de cinco años estaban especialmente afectados por la malnutrición y la anemia.
La agroecología: una herramienta para afrontar la seguridad alimentaria
Y en este escenario, además en uno de los territorios más inhóspitos del mundo, desde 2007, CERAI trabaja en colaboración con las comunidades saharauis y especialmente, con las mujeres saharauis, que representan la resiliencia de todo un pueblo.
“No es fácil nacer, crecer y vivir en el desierto. Y cada vez, hay más hombres en las cúpulas de poder, pero la fortaleza de las mujeres en el exilio saharaui es desconocida, inabarcable, no infinita, pero casi. Los huertos son magia, pero no llegan a las 173.000 personas que viven en Sahara”, señaló Vega Díez.
Desde 2010, se han desarrollado más de 300 huertos familiares coordinados por mujeres, acompañadas por la organización. Una pequeña gran revolución que aunque no llega a toda la población, permite mejorar la alimentación de muchas familias, favorece su autosuficiencia y además, genera espacios comunitarios que son muy positivos.
Fatma Abdelkader subrayó el impacto de los huertos en la vida de las mujeres, sobre todo al hablar de cuánto ha cambiado su relación con la tierra y con la idea de cultivar, y más, para una población que no poseía tradición agraria. “Para las mujeres es muy difícil porque hemos de ocuparnos de la educación de los niños, trabajar dentro de casa y además, sacar tiempo cada día para controlar los huertos, pero lo hacemos. Esto ha mejorado nuestra alimentación y muy importante, nos ha hecho sentir útiles. Porque sí, vivimos de la ayuda humanitaria, pero no estamos solo esperando la ayuda, hacemos cosas para salir adelante”.
“Es una historia de esperanza, de luz en la oscuridad trabajar la agricultura, crear estos huertos en medio del desierto. Y esta es una historia que como periodista habría sido imposible hacer sin llegar a la confianza, profundidad sin la colaboración de CERAI”.
Por su parte, Mariama Lejlifa, destacó la importancia de la información a través de las redes sociales, fuente cada vez más usada. Algo que confirmó la última Encuesta sobre Juventud del Parlamento Europeo. En esta el 49% de los y las jóvenes españolas entre 16 y 30 años dijeron utilizar las redes sociales para informarse de cuestiones políticas y sociales.
A través de la asociación Zemmur trabajan en contacto directo con la ciudadanía valenciana para favorecer el conocimiento sobre la situación política, para sensibilizar sobre la necesidad de actuar y acabar con una situación de injusticia cronificada en el tiempo.



