Fuente: Vía Campesina
(Nyéléni, Mali – 27 de febrero de 2015) Somos delegados representantes de diversas organizaciones y movimientos internacionales de productores en pequeña escala y consumidores de alimentos, incluyendo campesinos, pueblos y comunidades indígenas -junto con cazadores y recolectores-, agricultores familiares, trabajadores rurales, pastores y pastoralistas, pescadores artesanales, y pobladores urbanos. Los diversos sectores que representan nuestras organizaciones producen en su conjunto el 70% de los alimentos consumidos por la humanidad. Ellos son los principales inversores a escala mundial en agricultura y los principales empleadores y garantes de los sustentos de vida en el mundo.
Nos hemos reunido en el Centro de Nyéléni en Sélingué, Mali, del 24 al 27 de febrero de 2015, para llegar a una lectura compartida de la agroecología como elemento clave en la construcción de la Soberanía Alimentaria, y para construir estrategias conjuntas para promover la Agroecología y protegerla de los intentos de cooptación. Agradecemos al pueblo de Mali su recibimiento en su hermosa tierra. Nos ha enseñado a través de su ejemplo que el diálogo en torno a nuestras diversas formas de conocimiento se basa en la escucha respetuosa y en la construcción colectiva de decisiones compartidas. Nos solidarizamos con nuestros hermanos y hermanas malienses que luchan –en ocasiones sacrificando sus vidas- por defender sus territorios del intento más reciente de acaparamiento de tierras que sufren tantos de nuestros países. La agroecología nos invita a estar unidos en el ciclo de la vida, y ello implica que también debemos estar juntos en el ciclo de la lucha contra el acaparamiento de tierras y la criminalización de nuestras acciones.
CONSTRUYENDO DESDE EL PASADO CON LA MIRADA EN EL FUTURO
Nuestros pueblos, sectores representados, organizaciones y comunidades ya hemos avanzado significativamente en la definición de la Soberanía Alimentaria como bandera común de lucha por la justicia y como marco más general para la Agroecología. Hemos desarrollado nuestros sistemas de producción ancestrales a lo largo de milenios, definidos con el término de agroecología en los últimos 30-40 años. Nuestra agroecología incluye prácticas exitosas y productivas, procesos de campesino a campesino y territoriales, escuelas de formación y sofisticadas formulaciones teóricas, técnicas y políticas.
Muchos de nosotros nos reunimos ya en 2007 en Nyéléni con motivo del Foro de la Soberanía Alimentaria para reforzar nuestras alianzas, profundizar en nuestra concepción de la Soberanía Alimentaria y divulgarla a través de una construcción colectiva entre nuestros diversos sectores. De igual manera, nos reunimos aquí en ocasión del Foro sobre Agroecología de 2015 para enriquecer la Agroecología mediante el diálogo entre los diferentes pueblos productores de alimentos, así como entre los consumidores, comunidades urbanas, mujeres, jóvenes y otros grupos. Nuestros movimientos, organizados a escala mundial y regional en el Comité Internacional de Planificación para la Soberanía Alimentaria (CIP), a día de hoy han dado un nuevo paso histórico.
Nuestras diversas formas de producción de alimentos a pequeña escala basadas en la agroecología generan conocimiento local, promueven la justicia social, alimentan la identidad y la cultura y refuerzan la viabilidad económica de las zonas rurales. Los pequeños productores defienden nuestra dignidad cuando elegimos producir de manera agroecológica.
DESAFIANDO UNA MULTITUD DE CRISIS
La agroecología ofrece la respuesta a cómo transformar y corregir nuestras realidades en un sistema alimentario y un mundo rural devastados por la producción alimentaria industrial y sus llamadas Revoluciones Verde y Azul. Entendemos la agroecología como una forma clave de resistencia a un sistema económico que antepone la ganancia a la vida.
La sobreproducción de alimentos del modelo corporativo nos envenena, destruye la fertilidad del suelo, es responsable de la deforestación de las áreas rurales, la contaminación del agua, la acidificación de los océanos y el agotamiento de los caladeros de pesca. Los recursos naturales esenciales han sido mercantilizados y los costos de producción en aumento nos están expulsando de nuestras tierras. Las semillas campesinas son robadas, revendidas a los propios campesinos a precios desorbitados, ya en forma de variedades seleccionadas para depender de agrotóxicos costosos y contaminantes. El sistema alimentario industrial es un potenciador clave de las múltiples crisis del clima, alimentaria, medioambiental, de salud pública y otras. El libre comercio y los acuerdos corporativos de inversión, de resolución de controversias entre Estados e inversores, y las falsas soluciones como los mercados de carbono y la creciente financiarización de la tierra y los alimentos, etc., contribuyen en su conjunto a agravar aun más estas crisis. La agroecología en un marco de soberanía alimentaria nos ofrece transitar una senda colectiva para salir de estas crisis.
LA AGROECOLOGÍA ANTE UNA ENCRUCIJADA
El sistema alimentario industrial está empezando a agotar su potencial productivo y rentabilidad debido a sus contradicciones internas -degradación del suelo, malezas resistentes a herbicidas, caladeros esquilmados o plantaciones de monocultivos asoladas por plagas y enfermedades-, al tiempo que se incrementan sus obvias consecuencias negativas como la emisión de gases de efecto invernadero y las crisis de salud derivadas de la malnutrición, obesidad, diabetes, aparición de tumores y cáncer de colon provocados por dietas a base de comida industrial e chatarra.
La presión popular ha instado a muchas instituciones multilaterales, gobiernos, universidades y centros de investigación, algunas ONGs, corporaciones y otras instancias a finalmente reconocer la “agroecología”. No obstante, han intentado reducir el concepto a una mera propuesta de tecnologías para ofrecer algunas herramientas que suavizan la crisis de sostenibilidad de la producción alimentaria industrial sin desafiar las estructuras de poder existentes. Esta cooptación de la agroecología para «maquillar» el sistema alimentario industrial y ofrecer un discurso ecologista de cara a la galería recibe varios nombres, entre ellos “agricultura climáticamente inteligente”, “intensificación sostenible o ecológica”, producción industrial de monocultivos de alimentos “orgánicos”, etc. Para nosotros, esto no es agroecología. Rechazamos tales calificativos y lucharemos en denunciar y frenar esta apropiación insidiosa de la agroecología.
Las soluciones reales a las crisis del clima, de la malnutrición, etc., no pasan por conformarnos con el modelo industrial. Debemos transformarlo y construir nuestros propios sistemas alimentarios locales que crean nuevos vínculos urbanos y rurales basados en la producción alimentaria genuinamente agroecológica por parte de los campesinos, pescadores artesanales, pastoralistas, pueblos indígenas, agricultores urbanos, etc. No podemos permitir que la agroecología sea una herramienta del modelo de producción alimentaria industrial: la entendemos como la alternativa esencial a ese modelo y como el medio de transformar la manera en que producimos y consumimos los alimentos en algo mejor para la humanidad y nuestra Madre Tierra.
NUESTROS PILARES Y PRINCIPIOS COMUNES DE LA AGROECOLOGÍA
La agroecología es modo de vivir y es el lenguaje de la naturaleza que aprendemos siendo sus hijos. No es una mera propuesta de tecnologías o prácticas de producción. No puede aplicarse de la misma manera en todos los territorios. Se basa por el contrario en principios que, si bien puedan compartir similitudes en la diversidad de nuestros territorios, se practican de muchas formas diferentes en las que cada sector contribuye con los colores de su realidad local y cultura respetando siempre la Madre Tierra y nuestros valores comunes y compartidos.
Las prácticas de producción agroecológicas (como los cultivos intercalados, la pesca tradicional y el pastoreo de trashumancia, la integración de cultivos, árboles, animales y peces, los abonos verdes, el compostaje, el uso de semillas campesinas y razas locales de ganado, etc.) se basan en principios ecológicos como la preservación de la vida del suelo, el reciclaje de los nutrientes, la gestión dinámica de la biodiversidad y la conservación de la energía en todas las escalas. La agroecología reduce drásticamente la utilización de insumos adquiridos externamente que deben comprarse a la industria. Asimismo, no se emplean agrotóxicos, hormonas artificiales, transgénicos u otras nuevas tecnologías peligrosas.
Los territorios son un pilar fundamental de la agroecología. Los pueblos y las comunidades tienen el derecho de conservar sus propias relaciones espirituales y materiales con sus tierras. Están legitimados a garantizar, desarrollar, controlar y reconstruir sus estructuras sociales consuetudinarias y administrar sus tierras y territorios, incluyendo los caladeros de pesca, tanto desde el punto de vista político como social. Ello implica el pleno reconocimiento de sus leyes, tradiciones, costumbres, sistemas de tenencia e instituciones y constituye el reconocimiento de la autodeterminación y la autonomía de los pueblos.
Los derechos colectivos y el acceso a los bienes comunes son pilares esenciales de la agroecología. Compartimos el acceso a los territorios que constituyen el hogar de una gran diversidad de grupos con los mismos derechos colectivos, y disponemos de sofisticados sistemas consuetudinarios para regular el acceso que queremos conservar y reforzar y para evitar conflictos entre nosotros.
Los diversos saberes y las formas de conocimiento de nuestros pueblos son parte fundamental de la agroecología. Desarrollamos nuestros conocimientos a través del diálogo de saberes. Nuestros procesos de aprendizaje son horizontales y entre iguales, basados en la educación popular. Tienen lugar en nuestros propios centros de formación y territorios (los campesinos enseñan a los campesinos al igual que los pescadores a los pescadores, etc.), y son también intergeneracionales, en los que se trasmitan los saberes entre ancianos y jóvenes. Desarrollamos la agroecología a través de nuestra propia innovación, investigación y selección y obtención de cultivos y razas de ganado.
El fundamento de nuestras cosmovisiones reside en el necesario equilibrio entre la naturaleza, el cosmos y los seres humanos. Reconocemos que como humanos somos parte de la naturaleza y el cosmos. Compartimos una conexión espiritual con nuestras tierras y con la red de la vida. Amamos nuestras tierras y nuestros pueblos y sin ese amor no podemos defender nuestra agroecología, luchar por nuestros derechos o alimentar al mundo. Nos oponemos a la mercantilización de todas las formas de vida.
Las familias, comunidades, colectivos, organizaciones y movimientos representan el suelo fértil en el que germina la agroecología. La autogestión y las acciones colectivas son las que permiten escalar la agroecología, construir sistemas alimentarios locales y desafiar el control corporativo de nuestro sistema alimentario. La solidaridad entre los pueblos y entre las poblaciones rurales y urbanas es un ingrediente imprescindible.
La autonomía inherente en la agroecología revierte el control de los mercados mundiales y promueve la autogobernanza de las comunidades. Minimizamos así la utilización de insumos adquiridos de afuera. Ello requiere reconfigurar los mercados para que se basen en principios de economía solidaria y en la ética de la producción y el consumo responsables. Promovemos las cadenas de distribución cortas, directas y justas. Implican una relación transparente entre los productores y consumidores que se asienta en la solidaridad de los riesgos y beneficios compartidos.
La agroecología es política, nos exige desafiar y transformar las estructuras de poder en la sociedad. Debemos poner en manos de los pueblos que alimentan el mundo el control de las semillas, la biodiversidad, la tierra y los territorios, el agua, los saberes, la cultura y los bienes comunes.
Las mujeres y sus saberes, valores, visión y liderazgo son críticos para avanzar. La migración y la globalización contribuyen a que el trabajo de las mujeres se incremente y sin embargo tienen un acceso mucho más limitado a los recursos que los hombres. Muy a menudo su trabajo no es valorado ni reconocido. Para que la agroecología alcance su pleno potencial, debe garantizarse la distribución equitativa de poder, tareas, toma de decisiones y remuneración.
Los jóvenes junto con las mujeres representan una de los dos bases sociales principales para la evolución de la agroecología. La agroecología puede facilitar un espacio radical para la aportación de los jóvenes a la transformación social y ecológica que tiene lugar en muchas de nuestras sociedades. Los jóvenes tienen la responsabilidad de avanzar hacia el futuro a partir del saber colectivo que han aprendido de sus padres, antecesores y ancestros. Son los garantes de la agroecología para las generaciones venideras. La agroecología debe crear un dinamismo social y territorial que ofrezca oportunidades para los jóvenes rurales y valore el liderazgo de la mujer.
ESTRATEGIAS
I. Promover la producción agroecológica a través de políticas que:
1. Sean territoriales y holísticas en su enfoque dirigido a las cuestiones sociales, económicas y relativas a los recursos naturales.
2. Garanticen el acceso a la tierra y los recursos para alentar la inversión a largo plazo por parte de los pequeños productores de alimentos.
3. Aseguren un enfoque inclusivo y responsable en la gestión de los recursos, la producción alimentaria, las políticas de adquisiciones públicas, las infraestructuras urbanas y rurales y la planificación urbana.
4. Promuevan procesos de planificación descentralizados y la democratización auténtica en la colaboración con los gobiernos y autoridades locales relevantes.
5. Apoyen reglamentaciones sanitarias y de salud apropiadas que no discriminen a los pequeños productores y procesadores de alimentos que practican la agroecología.
6. Integren los aspectos nutricionales y de salud de la agroecología y la medicina tradicional.
7. Garanticen el acceso de los pastoralistas a los pastos, las rutas de trashumancia y las fuentes de agua así como a los servicios móviles de salud, educación y cuidados veterinarios compatibles con las prácticas tradicionales en las que se basan.
8. Aseguren los derechos consuetudinarios al acceso a los bienes comunes y que garanticen políticas relativas a las semillas que velen por los derechos colectivos de los campesinos y los pueblos indígenas a utilizar, intercambiar, obtener, seleccionar y vender sus propias semillas.
9. Atraigan y apoyen a los jóvenes para que participen en la producción agroecológica de alimentos facilitándoles el acceso a los recursos naturales y a la tierra y garantizando un ingreso justo y el intercambio y la transmisión de saberes.
10. Apoyen la producción agroecológica urbana y periurbana.
11. Protejan los derechos de las comunidades que practican la caza silvestre y la recolección en sus áreas tradicionales –y contribuyan a la recuperación ecológica y cultural de la abundancia original de sus territorios.
12. Garanticen los derechos de las comunidades pesqueras.
13. Apliquen las Directrices sobre la Tenencia del Comité de Seguridad Alimentaria Mundial (CFS) y las Directrices para la Pesca Artesanal de la FAO.
14. Desarrollen programas que velen por el derecho de los trabajadores rurales a una vida digna, incluyendo la puesta en marcha de una auténtica reforma agraria, y la formación en agroecología.
II. Intercambiar saberes
1. Intercambios horizontales (de campesino a campesino, pescador a pescador, pastoralista a pastoralista, entre consumidor y productor, etc) e intercambios entre generaciones y entre diferentes tradiciones incluyendo nuevas ideas. Las mujeres y los jóvenes deben tener prioridad.
2. El control del pueblo sobre la agenda de investigación, sus objetivos y metodología.
3. Generalizar la experiencia de aprender y construir a partir de la memoria histórica.
III. Reconocer el papel central de la mujer
1. Luchar por la igualdad de derechos de las mujeres en todos los ámbitos de la agroecología, incluyendo los derechos laborales de las trabajadoras, el acceso a los bienes comunes, el acceso directo a los mercados y el control de la renta.
2. Los programas y proyectos deben involucrar plenamente a las mujeres en todas las fases, desde su formulación inicial hasta la planificación y aplicación, garantizando su rol en la toma de decisiones.
IV. Instaurar economías locales
1. Promover mercados locales para productos locales.
2. Apoyar el desarrollo de una infraestructura financiera alternativa, instituciones y mecanismos para ayudar tanto a los productores como a los consumidores.
3. Reconstruir los mercados de alimentos mediante nuevas relaciones de solidaridad entre productores y consumidores.
4. Desarrollar vínculos con experiencias de economía solidaria y sistemas de garantías participativas, cuando sean necesarias.
V. Divulgar y dar más a conocer nuestra visión de la agroecología
1. Elaborar un plan de comunicación sobre nuestra visión de la agroecología.
2. Promover los beneficios nutricionales y para la salud de la agroecología.
3. Subrayar el enfoque territorial de la agroecología.
4. Impulsar prácticas que permitan a los jóvenes protagonizar la regeneración permanente de nuestra visión de la agroecología.
5. Promover la agroecología como herramienta clave para reducir los desechos de alimentos y las pérdidas a lo largo del sistema alimentario.
VI. Forjar alianzas
1. Consolidar y reforzar las alianzas existentes como las surgidas a partir del Comité Internacional de Planificación para la Soberanía Alimentaria (CIP).
2. Ampliar nuestra alianza a otros movimientos sociales y organizaciones e instituciones de investigación pública.
VII. Proteger la biodiversidad y los recursos genéticos
1. Proteger, respetar y garantizar la tutela de la biodiversidad.
2. Recuperar el control de las semillas y el material reproductivo y dar efecto a los derechos de los productores a emplear, vender e intercambiar sus propias semillas y razas ganaderas.
3. Garantizar que las comunidades de pescadores desempeñan el papel principal en el control de las aguas marinas y de interior.
VIII. Enfriar el planeta y adaptarse al cambio climático
1. Garantizar que las instancias internacionales y los gobiernos reconocen la agroecología como está definida en este documento como la solución para afrontar y adaptarse al cambio climático en lugar de adoptar la “agricultura climática inteligente” u otras versiones falseadas de la agroecología.
2. Identificar, documentar y compartir casos exitosos de iniciativas locales agroecológicas que aborden el cambio climático.
IX. Denunciar y luchar contra la apropiación corporativa e institucional de la agroecología
1. Combatir los intentos de las corporaciones y las instituciones de acaparamiento de la agroecología como medio para promover los organismos modificados genéticamente y otras falsas soluciones y nuevas tecnologías peligrosas.
2. Exponer los intereses particulares de las corporaciones que se esconden detrás de ajustes técnicos como la agricultura climática inteligente, la intensificación sostenible y
y los “ajustes interesados” en la acuicultura industrial.
3. Luchar contra la mercantilización y financiarización de los beneficios ecológicos de la agroecología.
Hemos construido la agroecología a través de numerosas iniciativas y luchas. Estamos legitimados para conducirla hacia el futuro. Los hacedores de políticas no pueden hacer avanzar la agroecología sin nosotros. Deben respetar y respaldar nuestros procesos agroecológicos en lugar de seguir apoyando las fuerzas que nos destruyen. Hacemos un llamado a nuestros pueblos hermanos a que se suman a nuestra tarea colectiva de construir entre todos la agroecología como parte de nuestras luchas populares por un mundo mejor basado en el respeto mutuo, justicia social, equidad, solidaridad y armonía con nuestra Madre Tierra.
El Foro Internacional de Agroecología se llevó acabo en el Centro de Nyéléni en Malí, del 24 a 27 febrero 2015, auspiciado por las siguientes organizaciones: Coordinación National de Organizaciones Campesinas de Malí (CNOP Mali) como presidente; La Vía Campesina (LVC), Movimiento Agroecológico de América Latina y el Caribe (MAELA), Réseau des organizaciones Campesinas y de Productores de l’Afrique de l’Ouest (ROPPA), Foro Mundial de Pescadores y Trabajadores de la Pesca (WFF), Foro Mundial de Pueblos Pescadores (WFFP), Alianza Mundial de los Pueblos Indígenas Móviles (WAMIP), y Más y Mejor (MaB)