Autor: Guido Eguigure, 3-3-2016
“Pobre del país
que con la violencia crea
que puede matar la idea
de su liberación…”
Rubén Blades, Prohibido Olvidar
Conversé a finales de 2012 con Berta en Utopía, ese espacio donde la gente Lenca y de otras latitudes se reúne en Intibucá para planificar sus sueños, compartir esperanzas y alegrías en las luchas. La había visto muchas veces en marchas, plantones, tomas, luchando pues, pero nunca había hablado con ella. Llegamos a la hora de la cena. La oscuridad iba cayendo poco a poco. Medio centenar de Lencas, de pie la mayoría, saboreaban la cena en sus manos. Berta nos recibió con su serenidad distintiva. Nos ofrecieron comida junto a ellos. Además de los patastes y los frijolitos calientes nos saboreamos un te de piña con arroz. La noche terminó de caer junto a la neblina y luego de la cena, nos sentamos con Berta a conversar sobre las actividades que nos llevaron hasta allá. Su serenidad y su voz suave contrastaba con su fuerza. Esa fuerza interior que sólo puede ser sustentada por el apego a la verdad y a la justicia.
Berta se convirtió en una gran lideresa que durante muchos años condujo al pueblo Lenca en su lucha por el respeto de sus derechos ancestrales, vinculados todos con el territorio, cuyos títulos originarios han sido desconocidos por quienes quieren apropiarse de ellos ilegalmente. A pesar de incontables amenazas a su vida, Berta se ganó a pulso, a fuerza de coraje y corazón, el respeto de todo su pueblo. Hace mas de dos años fue condenada por portación ilegal de armas en un episodio confuso que supuso un capítulo mas en la triste y tenebrosa historia de persecución de las lideresas y lideres populares, muchos de los cuales acabaron asesinados por el único delito de defender los derechos que le son inherentes.
Lo que ocurre en el Aguán, en San Manuel, en Tornabé, Miami, Ensenada, Punta Piedra, Triunfo de la Cruz, Santa Bárbara, Copán y tantos otros sitios más de nuestra hermosa geografía, no es casualidad, ni mucho menos. Hay un elemento en común: la voracidad de las corporaciones transnacionales y la ambición de los apátridas que nos gobiernan por entregar las riquezas que son de todas y todos. Honduras no es un país pobre, es un país empobrecido por los criminales que lo tienen secuestrado. Honduras tiene suficientes riquezas para que no haya pobreza, pero unos pocos, cuya ambición sólo se compara con su cinismo, se oponen poniendo al estado y a los cuerpos paramilitares a su servicio, sin importarles el futuro ni la vida de la población.
Hace unas semanas fueron asesinados tres miembros del pueblo originario Tolupán en Locomapa, Yoro. De nuevo, el denominador común en este caso es la lucha por la defensa del territorio, de los bienes naturales que son el vínculo con el universo, con la vida y que está siendo destruido por la ambición de políticos, funcionarios estatales y empresarios. Lo que ellos no entienden, ni entenderán nunca es la responsabilidad histórica que los pueblos originarios y las personas de bien comparten y que les motiva a la defensa de la naturaleza, de la vida y del futuro de las generaciones que continuarán nuestro legado.
El COPINH se movilizó en contra de la construcción del proyecto hidroeléctrico “Agua Zarca” que impulsaba la empresa Desarrollos Energéticos S.A. DESA, propiedad de Fredy Nazar, uno de los hombres más ricos y poderosos de Honduras. Fundamentado en los derechos de los pueblos indígenas reconocidos en diferentes instrumentos jurídicos nacionales e internacionales, Berta Cáceres al frente del pueblo Lenca luchó incansablemente hasta parar completamente el proyecto. Esto le valió un proceso judicial que le llevó varios años hasta que sus derechos se impusieron.
Este caso es uno de los mejores para ejemplificar cómo el estado hondureño se ha convertido en instrumento primordial para la acumulación de capitales, por parte de la elite que tiene secuestrado el país para su propio beneficio. El proyecto hidroeléctrico “Agua Zarca” publicó en la Gaceta No. 32,588 de ocho de agosto de 2,011, “Contrata de Aprovechamiento de Aguas Nacionales Para Generación de Energía Eléctrica Mediante el Proyecto Hidroeléctrico Agua Zarca Ubicado Sobre el Río Gualcarque, del Municipio de San Francisco de Ojuera, Departamento de Santa Bárbara” firmado el 22 de enero de 2010 entre la Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente SERNA y la empresa DESA.
Es interesante resaltar de este contrato varios aspectos. Primero, la fecha en que se firmó el contrato. Esto fue a escasos tres días de asumir el gobierno de Pepe Lobo, sucesor directo del golpe de estado. Se sabe que la SERNA recibió inmediatamente después del golpe, una avalancha de solicitudes, que incluyó la instalación física de aproximadamente treinta abogados de empresas que durante el gobierno de Mel Zelaya no pudieron obtener los permisos de explotación de RRNN por no cumplir con los requisitos, sea los de impacto ambiental o social. Así, una montaña de expedientes detenidos en base a ley, fueron tramitados y aprobados de forma expedita por los funcionarios golpistas. Es muy probable que el proyecto “Agua Zarca” fuera uno de ellos. Esto nos lleva a las razones del golpe de estado. Es de conocimiento común que un grupo de empresarios de la elite hondureña conspiraron y pagaron enormes cantidades para financiar la trama que concluyó con el golpe de estado cívico militar que terminó con el gobierno de Zelaya.
Segundo, otro dato contundente que nos aporta el contrato en su cláusula quinta es el monto que dicha empresa pagaría a la Alcaldía de San Francisco de Ojuera en concepto de canon anual por el aprovechamiento de las aguas nacionales del río Gualcarque. Este se tasó en US$ 1,445.80 a pagarse en el mes de enero de cada año durante los primeros quince años de explotación y a partir del año dieciséis, sería de US$ 2,891.60. Estas cifras son realmente ridículas considerando el tamaño del proyecto y las consecuencias que el embalse tendría sobre población y territorio indígena. Además si lo contrastamos con la cifra que la misma empresa DESA manejó en base a sus proyecciones de pérdidas por el tiempo de paro provocado por el COPINH por un total de US$ 3,359,263.68, podemos inferir que dicha empresa ganaría anualmente la cantidad de US$ 20,155,578.48 o sea unos Lps.455,731,738.34. Esto significa que la empresa pagaría a la Alcaldía de San Francisco de Ojuera la irrisoria cantidad del 0.007 por ciento del total de las ganancias de la empresa. Esto explica claramente el estado actual de cosas que el golpe de estado vino a restablecer y reafirmar. Los empresarios de la elite hondureña se muestran al desnudo en este análisis económico básico, muy ilustrativo.
Tercero, resulta interesante resaltar cómo la institucionalidad del estado se ha convertido desde hace muchos años en instrumento al servicio de la acumulación privada de capitales. Para el caso, La Gaceta No. 32,405 es sumamente extraña y atípica por, al menos dos razones: 1. La fecha en que fue impresa: 31 de diciembre de 2010. 2: por el número de folios que contiene: al menos 2,375 páginas. Ustedes pueden imaginarse que cosas contiene esta inusual gaceta con casi cinco resmas de papel bond. En este sentido voy a permitirme especular en base a mis investigaciones y al convencimiento que tengo por lo hechos que ocurren a diario en Honduras, de que esta Gaceta no contiene mas que el pago mediante contratos, concesiones y a saber que cosas más, a los empresarios que financiaron el golpe de estado. Un dato mas sobre esta gaceta: es secreta. Les invito a consultarla. Ya varios intentos han fracasado, al preguntar en el despacho respectivo, la cara de sorpresa de los funcionarios, las fruncidas de ceño típicas y las explicaciones diciendo que esa gaceta no existe en la Empresa Nacional de Artes Gráficas. ¿Cuánto dinero se pagó a los empresarios en concesiones, contratos, y otros publicados en esa Gaceta en el gobierno de la aplanadora legislativa de los cachurecos?.
Honduras sigue sorprendiéndonos, no sólo por los elevados niveles de degradación que el estado va mostrando en la tergiversación de su fin ultimo, sino en la función fiel de testaferros que los más altos cargos del estado cumplen a favor de los grupos de poder.
Más allá de los hechos ya consumados, Berta fue una mujer excepcional, lideresa nata que condujo a su pueblo Lenca más allá de las reivindicaciones básicas, para elevarlos a la conciencia de pueblo indígena, de pueblo digno, de pueblo con derechos y con voluntad para defenderlos. Berta estará siempre en el corazón de su pueblo. Se eleva con la luz de su corazón, con la fuerza de Lempira y Etempica, con la sangre de los mártires y cómo dijo Alí Primera, los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos. Berta es de las imprescindibles, de las que murieron luchando. Juramos como lo dijo Berta “vamos a ganar esta lucha… me lo dijo el río.”