CERAI

CERAI impulsa el desarrollo local en El Salvador a través del liderazgo de las mujeres

En El Salvador, como en tantos otros países del mundo, las mujeres enfrentan desafíos cotidianos para avanzar y desarrollarse a pesar de la hostilidad y las desigualdades. El país centroamericano tiene una brecha de género del 69.5%. Con este porcentaje se sitúa en el puesto número 96, de los 155 del ranking de brecha de género. De hecho, en 2024 aumentó esta cifra respecto al año anterior.

El índice de la brecha de género analiza la división de los recursos y las oportunidades entre hombres y mujeres en 155 países. Mide el tamaño de la brecha de dicha desigualdad de género en la participación en la economía y el mundo laboral cualificado, en política, acceso a la educación y esperanza de vida.

Las mujeres salvadoreñas han vivido una historia de permanente opresión y de marginación de las políticas públicas. Y uno de los factores que ha dibujado el mayor número de obstáculos para su participación en la sociedad es el patriarcado, presente en el sistema económico, cultural y político.

En este escenario, a lo largo de 2024, el Centro de Estudios Rurales y de Agricultura Internacional (CERA) en colaboración con la Concertación de Mujeres de Suchitoto (CMS), una organización feminista, han trabajado en el municipio de Suchitoto para disminuir estas desigualdades. Lo han hecho a través del desarrollo del proyecto ‘Fortalecimiento del desarrollo local desde el empoderamiento y liderazgo de mujeres en Suchitoto’.

Ambas organizaciones, con el apoyo económico de la Comunidad de Islas Baleares, han colaborado para estimular el desarrollo local del municipio salvadoreño a través del estímulo del liderazgo y la participación de las mujeres en la comunidad. Para ello, el proyecto ha sido ejecutado a partir de tres pilares fundamentales:

Ante la limitada participación y el casi nulo reconocimiento de las aportaciones de las mujeres en el desarrollo comunitario, las organizaciones desarrollaron acciones de sensibilización. El fin último: llamar la atención sobre la importancia de la participación de esta parte de la población en la evolución y el crecimiento de sus comunidades. También para visibilizar y reconocer a las mujeres como agentes de cambio social.

Ante la producción de alimentos convencional, totalmente masculinizada y dependiente de agrotóxicos, las organizaciones han realizado formaciones para aumentar las capacidades en técnicas de producción agroecológica que permita a las mujeres y sus familias producir alimentos de forma saludable y sostenible. Y también, en última instancia, contribuir al cambio de mentalidad sobre la producción convencional de alimentos.

Ante el limitado acceso a recursos financieros convencionales que tienen las mujeres, las organizaciones han trabajado para reforzar el funcionamiento de los bancos comunales gestionados por y para las mujeres de la propia comunidad.

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